Rojo de fiesta

>> domingo, 10 de mayo de 2009


Las gotas se deslizaban rápidamente por el cristal de la cafetería. Su mirada ya se había perdido otra vez entre la lluvia cuando sonó su móvil.
- ¿Qué noticias tienes? - Dijo una voz áspera y ansiosa al otro lado del teléfono.
- He quedado con ella en la cafetería... le diré lo de esta noche. Puede estar tranquilo, mañana no tendrá nada de lo que preocuparse. - Una sonrisa maliciosa se le dibujó en la cara al decir aquellas palabras.
- Eso espero... sabes que no me fio de ti. - Se notaba nerviosismo en su voz.
- Entonces... ¿por qué me ha contratado? ...espera, ¡ya sé! Porque soy el mejor y lo sabe. - Se rió con una gran carcajada ignorando a la gente extrañada que se había girado para mirarle.
- Mañana hablaremos... y espero por tu bien que esta noche todo salga a la perfección. Recuerda que te estaré vigilando.
- ¿Es que a caso duda de mi? - Dijo justo antes de colgar el teléfono.
Volvió a mirar por la ventana. La joven con la que había quedado estaba a punto de entrar en la cafetería. Llevaba una gabardina clara ceñida a la cintura y un paraguas de la mano cuando se acercó a la mesa en donde se encontraba él.
- Siento llegar tarde, pero hace un tiempo horrible. - Él se levantó para saludarla.
- Y que lo digas. Bueno, pero eso no arruinará nuestros planes para esta noche. - La sonrió y retiró un poco la silla que había en frente de la suya para que se sentara.
- Gracias. No te preocupes seguro que lo pasaremos muy bien. ¡Me encantan las fiestas de disfraces! - Dijo con una gran sonrisa en la cara.
- Sí, fue una suerte llegar a tiempo para conseguir las entradas. Dicen que las fiestas que organizan allí todos los años son un éxito.

Siguieron hablando durante un buen rato y después la acompañó hasta su casa. La despidió con una dulce sonrisa. Él sabía que ella se derretía cada vez que le sonreía, por eso lo hacía más a propósito. Siempre le había gustado jugar con las mujeres y le reconcomía por dentro pensar que en el fondo aquella le atraía profundamente. Eso no podía ser nada bueno. No podía enamorarse, no en ese momento... ya que complicaría sus planes.

Fue a recogerla en coche para el gran evento. Ya estaba oscureciendo y no tardaría demasiado en empezar. Ella estaba deslumbrante, se había puesto un vestido de época para la ocasión y llevaba una máscara en la mano.
- Estás guapísima. - Dijo con la boca abierta.
- Gracias. - Se ruborizó. - Tú también. El traje te queda muy bien.
Fueron hacia el coche para llegar a tiempo a la fiesta. Cuando llegaron aquel lugar estaba lleno de gente. Después de hacer cola consiguieron entrar en el local. Parecía que fueran a rodar una película allí dentro. El decorado estaba tan logrado que cualquiera juraría que no hubieran pasado los años por la estancia en la que se hallaban.
- Sabía que el decorado era bueno... pero no tanto. - Dijo él observando todo lo que tenía a su alrededor hasta parar sus ojos en los de ella. Ella se dio cuenta y entonces desvió la mirada. Estaba metiendo la pata... ¡No podía dejarse llevar por sus sentimientos! No si esa noche tenía que quitarle la vida... De repente sonó su móvil. "Tan inoportuno como de costumbre..." pensó.
- Voy a ver para qué me quieren, tal vez sea importante... Ahora vengo.
- Vale, te espero aquí.
Se apartó de ella y de la multitud para poder hablar.
- ¿Qué quieres? ¿No puedes llamarme en otro momento?
- Quería asegurarme de que todo iba bien. - Dijo con su voz áspera.
- Pues como sigas interrumpiéndome toda la noche no voy a poder hacer nada.
- Está bien. Te esperaré a la puerta cuando acabe la fiesta.
Colgó el teléfono y volvió hacia donde estaba ella.
- No era nada... Mi compañero de piso quería saber si volvería esta noche a dormir a casa.
- ¿Y qué le has dicho? - Preguntó ella con curiosidad.
- Que no volvería hasta que fuese de día. - Dijo con una sonrisa en los labios. - ¿Te apetece bailar un poco?
-

Fueron hacia el medio de la sala donde todo el mundo estaba bailando. Era música lenta. Ni siquiera eso se les había escapado a los organizadores. La cogió por la cintura y comenzaron a bailar. Ella se sonrojaba cada vez que él clavaba sus ojos en los suyos. Y él estaba desquiciado al no poder evitarlo, aunque a la distancia que estaban el uno del otro era bastante difícil no hacerlo. Sin quererlo, él ya se había ido acercando poco a poco a ella. Por primera vez en su vida estaba nervioso ante una situación así y al final no pudo evitar acabar besándola. ¡Su plan se había ido a la mierda! Así que ya sólo le quedaba esperar a que acabase la dichosa fiesta. En ese momento la decoración ya no le parecía tan bonita. Pero tal vez fuera porque, a pesar de todas las veces que se maldijo a sí mismo, no podía dejar de mirarla a ella.

Al final se acabó la fiesta y se dirigieron hacia el guardarropa para recoger sus abrigos. Como tardaban tanto en encontrar el suyo la sugirió que se fuera adelantando y se dirigiera hacia el coche, él no tardaría mucho. Estaba agotada, así que le hizo caso.
Al fin encontraron su abrigo, estaba al fondo de todos. Al cogerlo se dio cuenta de que aun tenía guardada su pistola. Tomó una decisión y salió del edificio decidido a terminar lo que había empezado y de algún modo enmendar sus errores. Cruzó la calle y se dirigió hacia el coche. Una vez entró en él dijo:
- Lo siento, pero no me queda más remedio.
Acto seguido apretó el gatillo y una herida llena de sangre lo cubrió todo de rojo. Miró el cadáver de aquel hombre al que acababa de matar... en verdad su voz áspera hacía honor a su aspecto.

4 comentarios:

polo! 11 de mayo de 2009, 0:01  

era ste el q me dijiste?¿xq hace honor a lo que piensas tu de el...
brutal bea brutal!
:D


quiero más....

Anónimo 11 de mayo de 2009, 9:32  

Beaaaaa Tiaaa m encanta...sta mini historia S tradicional pero a lA vez con un final rompedor...M ha gustado muxo!!* S t da genial escribir Ya t lo he dixo ;) Sigue así que nos tienes a todas con ganas d más historias...Un besazooo WApaa =)
Irene =)

Anónimo 12 de mayo de 2009, 10:11  

a ver... a lo que vamos:

- Le mata ella a él.
- Él mata al petardo del teléfono.


Exijo una explicación.

Anónimo 12 de mayo de 2009, 21:48  

esta claro....
el mata al petardo del telefono, no ves q dice q su aspera voz hace honor a su aspecto.

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