Caos espacial

>> lunes, 5 de julio de 2010


AÑO 3957
Los resultados de una investigación secreta reúne a los científicos de todo el mundo.
- Los viajes en el tiempo serán posibles. ¡Acabamos de descubrir una brecha espacio-temporal!
- Hay que organizar una misión.

- Bueno, ahora que somos capaces de preservar especies en vez de extinguirlas, no sé... ¿Por qué no recuperamos alguna?

- ¡Los dinosaurios!

- A mí me gustaban los linces...

- ¡No! Eso sería muy peligroso.

- ¿Los linces son peligrosos?

- No, no. Me refería a los dinosaurios.

- ¡Ah! Ya.

- Sí, es cierto.

- Pues a mí me gustan los linces.

- ¡Puf! Bueno venga, a ver, votos a favor de que recuperemos al lince como especie terrestre... 1, 2, 3,... 48, 49. Votos en contra... 1.

- Con lo que molaban los dinosaurios...

- Está bien, prepararemos una expedición.

Durante 3 años los mejores ingenieros del mundo estuvieron al cargo del diseño y construcción de una nave espacial con los avances adecuados para burlar a los extraterrestres y conseguir llegar a la brecha espacio-temporal en el momento indicado.

AÑO 2105
Antonio paseaba tranquilamente por un sendero...
- ¡Un ovni! ¡Un ovni!
Al día siguiente en las televisiones de todo el mundo:
- Un hombre confiesa haber visto un ovni e increíblemente esa misma noche desaparecieron todos los linces de la Tierra. Todo apunta a una posible confirmación de la vida extraterrestre. Pero... ¿por qué los linces? Esa y otras noticias en diez minutos. Ahora sigan disfrutando de la serie.

AÑO 3960
- Que... que... que... ¿qué cogiste a todos?
- Sí.
- ...¿todos?

- Sí, eso hice.

- ¡Eh! ¡Qué nosotros también colaboramos! No te quieras llevar tú todo el mérito.

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Noche de gritos

>> viernes, 14 de mayo de 2010


Sentía odio. Aturdimiento. Gritos. Su cabeza iba a estallar. Más gritos. Sudor. Lágrimas. Dolor. Sus ojos miraban asustados. Arrepentimiento. Mucho dolor. Desesperación...
- ¿Qué has hecho?
Un mar de lágrimas.
- ¿Y ahora qué vamos a hacer?
- No lo sé...
Más lágrimas. Consuelo. Dolor... Con una decisión la casa se inundó de luces azules y rojas. Rojas como la sangre de su padre que había en el suelo. Azules como el frío de las esposas. Más llantos... El sudor bajaba por su frente. Despierta. Despierta...
Las sábanas estaban empapadas, la misma pesadilla había vuelto a atacarle aquella noche. La misma de todas las noches. Sólo que hoy ya era de día.
- Despierta. Tienes visita.
¿Al fin? 53 días. ¿Sería ella? No podía ser nadie más. Todos le odiaban ahora.
Vio la melena de una mujer de espaldas. Se ilusionó... para nada.
- No eres tú... - murmuró para sí.
- Buenos días.
- Buenos días... - Masculló.
- A partir de hoy vendré a verte casi todos los días. Necesitas ayuda.
Se echo a reír. Aquella mujer acababa de presentarse como doña ridícula.
- Y ¿eso por qué? - dijo divertido. Miró alrededor. - No sé... ¿por qué dice eso? yo creo que este sitio está muy bien... Ayuda... ¡pff! - Volvió a reír.
- Sigues teniendo pesadillas ¿no?
- ¡Déjeme en paz y métase en sus sueños señora!
- Me han dicho que los tuyos no son precisamente agradables. No debería ser así, por eso vengo a ayudarte.
- ¿Ayudarme? ¿Me va a sacar de aquí? No. Pues ya está.
- Vengo a petición de tu madre...
Silencio.
- ¿Qué tal está? ¿Por qué no viene a verme?
- Tal vez las cosas cambien.
- Quiero verla. Dile que venga, no quiero intermediarios.
- Eso no va a ser posible.
- Vete.
- Aun no he acabado...
- ¡Fuera!
- No me voy a ir. Así que baja el tono porque me vas a tener que aguantar todos los días a partir de ahora si es que quieres salir de aquí.
- ¿Esto es idea de ella verdad? ¡Ni hablar! Este es mi lugar. No pienso cambiárselo. Si no quiere venir a verme ¡mejor! Pero ella se queda en casa.
- ¿Te quieres callar y hacerme caso?
- ¿Está loca? ¡Ni hablar!
- Toma. - Con un golpe seco, dejó delante de él una carta encima de la mesa. - Como ya te he dicho, necesitas ayuda. Mi ayuda.
El chico abrió la carta y leyó lo que ponía. Las lágrimas se le fueron resbalando... palabra a palabra.
- Lo encontraron al lado de su cuerpo. Es una confesión que te podría sacar de aquí. Es lo que ella querría... Después de todo, si estás aquí es por su culpa.
- ¡Fue mi decisión! Tenía que protegerla. No podía acabar aquí. Ella ya sufrió bastante...
Su vista se volvió a hacer borrosa. Las lágrimas afloraron de nuevo recorriendo sus mejillas. Estaba solo... Y ahora ella tampoco estaba.
La mujer se levantó.
- Mañana vendré a verte. Te sacaré de aquí.

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Leyenda de la cita en Samarra

>> miércoles, 14 de abril de 2010


Un criado oyó en la plaza del mercado que la Muerte lo estaba buscando. Volvió a casa corriendo y dijo a su amo que debía huir a la vecina población de Samarra para que la Muerte no lo encontrara.
Esta noche, después de la cena, llamaron a la puerta. El amo abrió y vio a la Muerte, con su larga túnica y su capucha negras. La Muerte preguntó por el criado.
- Está enfermo y en cama - se apresuró a mentir el amo - . Está tan enfermo que nadie debe molestarlo.
- ¡Qué raro! - comentó la Muerte -. Seguramente se ha equivocado de sitio, pues hoy, a medianoche, tenía una cita con él en Samarra.

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Una puerta mágica

>> lunes, 21 de diciembre de 2009

- ¿Te acuerdas? "Había una vez una puerta mágica..."
- ¡Ay sí! Recuerdo esa historia. Me la contó mi abuelo cuando era pequeño. - Dijo sonriente.
- Sí, yo estaba contigo. Tu abuelo era un poco cuentista... -Se echó a reír.
- Ya te digo. Pero era genial... Oye, ¿y por qué me lo has recordado ahora?
- Mira. - Señaló con el dedo. - Allí a la izquierda. Esa puerta es igualita, ¿verdad?
- ¿Cuál? ¿La del fondo? ¡Ah no! Ya la vi.
- ¿A que es clavada?
- Es cómo yo siempre me la imaginaba... Parece mentira.
- ¿A que sí?
- Oye ¿y de qué es?
- Pues no lo sé, vamos a ver, anda...
Se acercaron hasta la puerta. Era imposible adivinar su contenido. No era una puerta muy común, pues parecía que tenía el picaporte del revés. Como decía su abuelo: “Nunca sabes cómo se va abrir...
- ...porque cada vez que se abre es de una forma distinta.”
Cogió el picaporte y probó suerte.
- Parece que así no es...
“Y cada persona sólo será capaz de abrirla de una forma, porque cada una...
- ...se encontrará algo distinto.” Debe de ser eso. A lo mejor sólo se puede abrir si estás solo.
“Aunque todos verán...
- ... lo mismo.” Si vamos a ver lo mismo, ¿no debería poder abrirse siempre?
- Tal vez no sea el momento.
- Ni la puerta... Seguro que es de pega, nunca la había visto antes por aquí.
- ¡Qué dos bobos estamos hechos ilusionándonos con cuentos de niños! –
Meneó la cabeza.
Se empezaron a reír.
- Mañana volvemos ¿no?
- ¡Pues claro! –
Respondió sonriente.

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Poema XX - Pablo Neruda

>> lunes, 19 de octubre de 2009


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada

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Tu nombre... quizás

>> jueves, 8 de octubre de 2009


Esculpo porqués
en un mar de quizases
quebrando, tal vez
suspiros al aire
mirando, sin más
cómo escribo palabras
que luego borrar
pues no valen nada

Qué incierto tu nombre
derriba mi voz
susurros que rompen
en mi corazón
el pobre infeliz
que no sabe volar
al final entendí
sólo quiere soñar

Y sueña en las noches
que nada en el mar
quizás no derroche
el aire que va
esculpiendo palabras
que no borrarán
los susurros que hablan
de tí, callarán

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Vuelve el pasado...

>> lunes, 21 de septiembre de 2009



- Tú... ¿qué haces aquí?
- Tienes que hacerme un favor...

- No. Hace mucho que dejé de hacerte favores.

- Ya... Pero tienes que ayudarme, ya sólo me quedas tú. Tío, estoy en un buen lío... por favor.

- No. Desde que me casé estoy limpio. No quiero problemas...
- Sólo por esta vez. Necesito un sitio donde... dejar algo. Ni si quiera lo notarás. Sólo hoy...

Dio un suspiro.
-Está bien... Pero sólo por esta vez. - Recalcó.
Fueron hacia el coche.
- Ayúdame con esto.
- Joder... ¿qué coño... ? ¡Dios! ¿Qué has hecho?

- ¡Shhh! Baja la voz. ¿Quieres llamar la atención de todo el mundo? - Le miró a los ojos. - Yo no he hecho nada. A mí sólo... me han cargado con el muerto ¿vale?
- ¡Y tu pretendes cargármelo a mí ahora!

- ¡No, joder! Mira, no tengo donde dejarlo hasta esta noche. A la noche te juro que te lo quito de encima.
- ¿Estás loco? Si se entera mi mujer...

- Por eso mismo. Este es uno de los lugares más seguros. Tranquilo, no se dará cuenta. Tú sólo mantenla fuera de la casa. Hasta la noche. Una cena romántica ¿tal vez? ¡Lo que se te ocurra! ¡Da igual! Seguro que funcionará.

- Me debes una muy grande...
- Dijo exagerando el "muy".
- Gracias ¡Me salvas la vida! - Le dijo dándole un abrazo.
- Ya. Ya. - Dijo apartándole. - A la noche ya puedes haberte llevado esto de aquí.
- Vale. Tú tranquilo. No te preocupes. Gracias.
Se marchó. "Que no me preocupe dice. ¿Quién me mandará...?" Entró de nuevo en casa maldiciendo la hora en la que conoció a su amigo. Miró la hora. La preocupación se apoderó de él. Aquella antigua sensación, los nervios a flor de piel.
- Vale, tranquilo. No tardará en llegar. No me puede encontrar así. ¡Dios! ¡Piensa algo! - ... - Lo de la cena no es mala idea... Sí, la sacaré de aquí inmediatamente.
Se asomó por la ventana. "Ya está aquí." Acababa de llegar en coche. Se bajó para abrir la puerta del garaje. Él seguía mirando embobado por la ventana. "Qué bien la sienta el uniforme... ¡El garaje!"
- ¡Ah! ¡No! ¡Mierda! Sólo a un completo imbécil se le habría ocurrido esconderlo en el garaje sabiendo que su mujer vuelve del trabajo en coche. ¡Fantástico! A ver ahora cómo arreglas esto... completo imbécil. -
Se dijo a sí mismo.
Echó a correr para intentar evitar lo inevitable. Su mujer ya había entrado. "¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!"
- Ehm... ¡Hola mi vida! ¿Ya has vuelto? ¡Qué pron... - La vio nada más entrar. - ...to. ¡Puedo explicártelo!
Su mujer se echó a reír. Lo había visto. No había conseguido llegar a tiempo para distraerla. Sacó su pistola. Aún la llevaba del trabajo. Le apuntó.
- Deja que te explique... - Intentó convencerla.
Se llevó un dedo a la boca.
- Shhh... - Volvió a apuntarle a la cabeza. - Adiós... cariño. - Dijo con voz melosa y una gran sonrisa en la boca mientras apretaba el gatillo.
Un ruido estridente empezó a aturdir sus oídos. ¡Zas! ¡Al suelo!
- Maldito despertador... ¡Cómo te quiero! - Dijo sonriente mientras reconocía su tranquila habitación.

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